
La cuaresma es un tiempo para subir a la montaña con el Señor, traer a la memoria todos esos momentos con Él y dejarnos renovar para seguir avanzando con fe, en el camino de la vida, porque sabemos que Él va con nosotros.
Sacerdote jesuita de la Provincia de Centroamérica. Realizo estudios en Teología Moral. Creo que el encuentro cotidiano con la Palabra de Dios es capaz de transformarnos y de orientar nuestras vidas. Es a partir de este encuentro y de la familiaridad con el Señor, que podremos adquirir los criterios para habitar cristianamente nuestro mundo. Esto es, vivir insertos en la realidad y en la historia, sin traicionar los valores fundamentales del Evangelio.
La cuaresma es un tiempo para subir a la montaña con el Señor, traer a la memoria todos esos momentos con Él y dejarnos renovar para seguir avanzando con fe, en el camino de la vida, porque sabemos que Él va con nosotros.
La solemnidad de la Epifanía del Señor nos invita a abrir nuestros cofres, es decir, nuestros corazones para dejarnos transformar por la luz de Dios.
Celebrar a Cristo Rey nos lleva a reconocer en la vida de Jesús un modelo para nuestras vidas, deseamos vivir como Él vivió.
Esa mirada también tiene la capacidad de transformar nuestra vida para darnos la libertad, la generosidad, para ir a lo esencial.
Jesús reconoce la dificultad de vivir esta conversión, pero nos da la esperanza que, aunque «es imposible para los hombres, no para Dios».
El Señor invita a no quedarnos en lo exterior, sino ir a lo esencial, a revisar nuestro interior y la profundidad de nuestra experiencia como cristianos.
El Señor nos enseña el valor esencial del descanso en la vida, la necesidad de detenernos y aprender a cuidar de nosotros mismos.
Jesús nos anuncia el nacimiento de una nueva familia, con el Padre que está en los cielos y los que vivimos habitados por el Espíritu
Jesús nos llama a reproducir en la propia vida, lo que recibimos de Él. La cercanía con el Señor nos pone de cara al mundo, al prójimo.
No estamos hechos para nosotros mismos, la vida adquiere todo su sentido cuando se comparte, cuando se entrega en el servicio generoso.