
Como Tomás, déjate alcanzar por la paz del Resucitado y atrévete a decir desde lo más profundo: «Señor mío y Dios mío».
Como Tomás, déjate alcanzar por la paz del Resucitado y atrévete a decir desde lo más profundo: «Señor mío y Dios mío».
El Reino de Dios se hace presente donde se construyen puentes, donde el miedo se transforma en encuentro, y donde el sufrimiento del otro nos mueve a la misericordia.