
Siempre podemos volver a casa, como personas y como comunidades, quizá sólo haya que escuchar en la noche los sueños que cambian senderos.
Siempre podemos volver a casa, como personas y como comunidades, quizá sólo haya que escuchar en la noche los sueños que cambian senderos.
En medio de nuestra comunidad y de modo personal, tengamos la alegría de preguntarnos hacia dónde nos mueve el Señor.
Lejos de ser espectadores del sufrimiento, este tiempo de Adviento nos exige ser partícipes activos en la construcción de paz y reconciliación.
Este tiempo litúrgio está marcado positivamente por la espera gozosa y vigilante, el arrepentimiento y conversión.
Un camino que nos acerca de manera gradual a la noche de la Navidad, el nacimiento del Mesías, una promesa cumplida que nos deja ahora expectantes de su regreso.
Los cristianos necesitamos estar atentos, despiertos, con los ojos abiertos y de cara al mundo.