
Lejos de ser espectadores del sufrimiento, este tiempo de Adviento nos exige ser partícipes activos en la construcción de paz y reconciliación.
Lejos de ser espectadores del sufrimiento, este tiempo de Adviento nos exige ser partícipes activos en la construcción de paz y reconciliación.
Este tiempo litúrgio está marcado positivamente por la espera gozosa y vigilante, el arrepentimiento y conversión.
Cristo es nuestra fascinación, es nuestro modelo, es el único que podrá transformar nuestro corazón para que amemos y sirvamos.
El testimonio de Juan sigue siendo luz para todos, ilusiona, inspira, nos mueve a cambiar las realidades de vida que nos separan del Mesías.
Con nuestra vida podemos anunciar que la Buena Nueva, Cristo, habita en medio de los desiertos de nuestras sociedades.