
El Reino de Dios se hace presente donde se construyen puentes, donde el miedo se transforma en encuentro, y donde el sufrimiento del otro nos mueve a la misericordia.
El Reino de Dios se hace presente donde se construyen puentes, donde el miedo se transforma en encuentro, y donde el sufrimiento del otro nos mueve a la misericordia.
Hemos perdido la capacidad de medir las consecuencias de los discursos, hemos perdido la capacidad de cuestionarlos.
El Evangelio nos revela que esta familia está conformada por los pobres y pecadores, los excluidos y descartados, los buscadores de justicia.
Lejos de ser espectadores del sufrimiento, este tiempo de Adviento nos exige ser partícipes activos en la construcción de paz y reconciliación.
Celebrar a Cristo Rey nos lleva a reconocer en la vida de Jesús un modelo para nuestras vidas, deseamos vivir como Él vivió.
Que todos podamos tener el corazón de su Hijo, que tomaba a los pequeños en sus brazos y los bendecía imponiéndoles las manos.
San José sabía que en la vida “el Amor se pone más en las obras que en las palabras”, su “Sí” está marcado por la justicia y obediencia.
Rutilio fue un hombre apasionado por Jesús y su Evangelio, que hizo de un pueblo una tierra prometida y que hoy vive en el corazón de Dios.
Miramos a nuestro alrededor, tanta desesperanza, tanto dolor, que nuestro corazón se ha cubierto de callo, para hacerse inmune al dolor.
Nos señalan el camino para la humanización individual y colectiva y para seguir a Jesús.