
El Reino de Dios se hace presente donde se construyen puentes, donde el miedo se transforma en encuentro, y donde el sufrimiento del otro nos mueve a la misericordia.
El Reino de Dios se hace presente donde se construyen puentes, donde el miedo se transforma en encuentro, y donde el sufrimiento del otro nos mueve a la misericordia.
Al contemplar de cerca el drama del dolor humano de la migración, descubro la invitación interior a llevar amor y esperanza.
La sinodalidad implica una escucha de los pobres y marginados que ocupan un lugar preferente en el Reino de Dios, lo cual incluye a las personas migrantes.
El compromiso con los migrantes no se limita a la atención inmediata, sino que implica la lucha contra las estructuras y dinámicas.