
Quien quiera seguir a Jesús debe aceptarlo como pan de cada mañana, como alimento que sacia. Jesús no es el aperitivo de nuestra vida, es el alimento.
Quien quiera seguir a Jesús debe aceptarlo como pan de cada mañana, como alimento que sacia. Jesús no es el aperitivo de nuestra vida, es el alimento.
Hagamos un espacio de silencio, pausa y reflexión respecto a un tema de trascendental importancia: la Santa Misa.
Un encuentro sincero con Jesús siempre provoca un cambio radical. Si escuchamos más a Jesús y leemos con fe el Evangelio, cambiarán nuestras razones para vivir.