
La respuesta de Jesús es poderosa: «El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra». Con esta afirmación, nos recuerda que todos somos imperfectos y que el juicio debe ser acompañado de humildad y autoconocimiento. En un mundo donde a menudo se señala con el dedo, este mensaje es un llamado a la compasión y a la empatía.