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  • Cuarto domingo de tiempo ordinario – Ciclo C. Domingo 2/febrero/2025
  • Lucas 2, 22-40

«Ahora, Señor, permite que Tu siervo se vaya
En paz, conforme a Tu palabra;
Porque mis ojos han visto Tu salvación
La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
Luz de revelación a los gentiles,
Y gloria de Tu pueblo Israel».

En cuanto a los textos de la infancia de Jesucristo, su escasez contrasta con la gran importancia de éstos. Es así como, aunque pocos, podemos rastrear el actuar del Señor en medio de la historia que viene a dar vida y vida en abundancia. Es tal el caso del texto del evangelio para este día, donde hacemos memoria de la Presentación del Señor ¿Qué implicaciones podría tener para nuestra actualidad?

Tras el tiempo prescrito en la Ley, la primera salida de la mujer es hacia el Templo. Luego de un tiempo complejo, por haber dado a luz, se dirige a presentar al hijo primogénito al Señor; de hecho, es la consagración y entrega del Hijo para el servicio de Dios. La vida es sagrada, de allí que podamos decir que esta se orienta a “alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar (el) ánima” (Principio y Fundamento, Ejercicios Espirituales 23).

La consagración al Señor implica compromiso e identificación con los valores del Reino que Jesús nos ha proclamado. Cada vocación particular (matrimonio, vida religiosa, sacerdocio) es el medio que Dios ha propiciado para entregar el corazón. De allí que, al recordar la presentación del Señor, podamos sentirnos identificados en cuanto que nos presentamos humildemente con lo que somos y tenemos, para ofrendar el corazón al Eterno Señor de todas las cosas.

Pero, dicha consagración no es un hecho accesorio que solo asume una condición de realidad, implica compromiso y abrazar las consecuencias.  “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel” (Lc 2,34). A menudo, podemos identificar la vida como un regalo, pero se nos puede también olvidar que estamos llamados a anunciar a Quien nos dio dicho regalo.

En nuestras sociedades, abrazar el amor para todos, ser personas de brazos abiertos que no impongan fronteras, públicamente profesar nuestra fe en obras más que en palabras, se ha llegado a convertir en un riesgo latente. Las redes sociales pueden convertirse en espacios de la impunidad, desde donde se pretenda abrazar la libertad de expresión, pero sin tener en cuenta el derecho ajeno.

Al igual que el Señor, podemos hoy abrazar la vida, consagrando cada momento al servicio de los demás por amor. Es momento de poder abrir nuestro corazón y vencer las barreras individualistas que nos impiden darnos a los demás. Señor, te entregamos la vida, nuestro único querer e interés es amarte y servirte. ¿Ya te has preguntado con honestidad como quieres consagrar tu vida al Señor?

Afmo. en Cristo

P. Juan Gaitán, S.J.

Juan Gaitán, SJ

Sacerdote jesuita, nicaragüense por gracia de Dios, de la Provincia de Centroamérica. Realizó estudios en Finanzas, Filosofía y Teología. Nuestra historia es compartida desde el amor misericordioso que el Señor nos dispensa; de allí que, agradecidos, amemos y sirvamos. Las Sagradas Escrituras y la vivencia de la Santa Misa nos fortalecen en la búsqueda de la mayor gloria divina.