- Natividad del Señor (Solemnidad) – Domingo, 24/diciembre/2023
- Lucas (2,1-14), Nacimiento de Jesús. Los pastores y los ángeles
«Y María dio a luz a su Hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón».
El Evangelio de este domingo nos anuncia una gran alegría, hoy nos ha nacido el Salvador, el Cristo, el Señor. Ese anuncio aleja todo miedo y temor —no teman dice el ángel—. No hay espacio para el desaliento o la angustia; en medio de las tristezas y dolores del mundo, Dios nos regala lo mejor que él tiene, lo más grande que él nos puede ofrecer. Dios regala al mundo entero la salvación.
El centro de la alegría de este evangelio reside en que esa salvación no se fundamenta en una palabra que pueda ser tergiversada, sino en un cuerpo concreto y frágil. La más grande revelación de Dios es un niño frágil, necesitado del cuidado de los otros, recostado en el comedero de los animales. Dios salva desde la fragilidad; haciéndonos ver que el camino nuevo que humanizará la historia y nuestras relaciones está lejos de la majestuosidad y, en cambio, se avecina más a las acciones sencillas y escondidas. Dios nace en el silencio.
La alegría de este evangelio no es decir que Jesús nace, sino es Jesús que nace. Porque solo algunos hoy podrán decirlo, pero Jesús nace para todos, también para aquellos que no saben cómo decirlo, que no saben nombrarlo o que les es difícil confesarlo. El anuncio de la salvación es para todos porque en el corazón de Dios no hay espacio para la exclusión o el rechazo.
Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. El mensajero de Dios anuncia esta alegría, primeramente, a los pastores. En el contexto del evangelio de Lucas, se trata de los humildes, los marginados, los sucios, que por su impureza ritual estaban lejos de toda posición religiosa. La gloria de Dios es cantada y proclamada justamente delante de aquellos que no eran considerados dignos de presentarse al Señor. Si las leyes rituales arrebatan la oportunidad a alguien de acercarse a Dios, entonces el evangelio revela que Dios rasga los cielos para salir al encuentro de los más pequeños y débiles. Dios es así, porque así nació.
En el pesebre, en el comedero de los animales, Dios ofrece a Jesús como alimento para todos. Sin apenas haber tenido hospitalidad, Jesús se convierte en verdadero hospicio para la humanidad. Este es el misterio que este Domingo celebramos, así es el nacimiento de la Salvación. ¡Feliz Navidad!
Por P. José Javier Ramos Ordóñez, SJ