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  • Domingo XXXII del Tiempo Ordinario – Ciclo B. Domingo 10/noviembre/2024
  • Marcos (12,38-44). Jesús alaba la ofrenda de la viuda
«Porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero esta viuda, de su pobreza, echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir».

El evangelio de este domingo nos pone a contemplar a Jesús en el Templo enseñando a todos los que le siguen. Jesús ha subido con sus discipulos a Jerusalén y el momento de su Pascua se encuentra muy cerca. En ese contexto el evangelista nos propone dos enseñanzas de Jesús antes de su Pasión a través de dos escenas intimamente ligadas. En la primera escena, vemos a Jesús alertando a la multitud contra  la hipocresía, la cual ejemplifica con la manera de ser de algunos líderes religiosos de su tiempo. Apegados a la vanagloria y a la apariencia, olvidan lo esencial de su misión, aprovechándose de los más frágiles.

De la misma manera, en la segunda escena vemos a Jesús observando a la multitud de los que vienen a depositar sus ofrendas, entre ellos los ricos, que con mucha ostentación depositan grandes cantidades, como nos dice el evangelio. Ante esta constatación de Jesús, el evangelista contrapone el ejemplo de la discreción de la viuda, que va a depositar todo lo que tiene. Sin atraer todas las miradas hacia ella, sin ninguna ostentación; aquella mujer ha dado lo esencial, “ella lo ha dado todo”, es decir, ha depositado su vida misma en las manos de Dios.

La mirada de Jesús sobre cada una de estas situaciones, nos revelan lo que es fundamental en su seguimiento: la rectitud de corazón, la generosidad  y la confianza plena en Dios, para poder depositar nuestra vida en sus manos, como lo hace aquella viuda. Será eso mismo lo que Él mostrará a sus discipulos al dar su vida en la cruz y al ofrecernos una vida nueva con su resurrección.

Como discípulos de Jesús, también hoy nosotros estamos invitados a escuchar esta palabra y a dejarnos ver por la mirada de Jesús que puede desvelar en nuestra vida todo aquello que hay en nosotros de hipocresía, de apariencia, de deseo de vanagloria y reconocimiento. Esa mirada también tiene la capacidad de transformar nuestra vida para darnos la libertad, la generosidad, para ir a lo esencial y estar dispuestos a que nuestra vida sea un don sin reservas en el servicio del Reino.

Por P. Carlos López, S.J.

Carlos López, SJ

Sacerdote jesuita de la Provincia de Centroamérica. Realizo estudios en Teología Moral. Creo que el encuentro cotidiano con la Palabra de Dios es capaz de transformarnos y de orientar nuestras vidas. Es a partir de este encuentro y de la familiaridad con el Señor, que podremos adquirir los criterios para habitar cristianamente nuestro mundo. Esto es, vivir insertos en la realidad y en la historia, sin traicionar los valores fundamentales del Evangelio.