- Domingo de Pentecostés – Ciclo B. Domingo, 19/mayo/2024
- Juan (20, 19-23). Jesús les da el Espíritu Santo a sus discípulos
«Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan».
Durante la Pascua vivimos en actitud de espera del cumplimiento de una promesa. Es curioso, porque ante la ausencia física, dependemos de las palabras pronunciadas por Jesucristo, de que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos. La conformación de las primeras comunidades cristianas está integrada por aquellos que vieron actuar y escucharon las parábolas de nuestro Señor, y por muchos otros que recibieron el mensaje por medio de los discípulos.
El Evangelio según San Juan presenta una relación muy estrecha y cercana entre obras y palabras. Un mensajero del Imperio Romano, al llevar una comunicación a otros pueblos, no solo era el vocero o el medio, sino que era recibido y se le escuchaba como si el mismo emperador estuviese presente. Lo mismo pasa en estos versículos de San Juan, porque Jesucristo les desea la Paz a los suyos en palabras y con su presencia. En palabras, porque en lugar de invitarlos a tomar venganza de sus verdugos, los manda a ser instrumentos de reconciliación. Les desea la Paz con su presencia, porque el miedo de los discípulos se transforma en alegría al ver a su Maestro y Señor Glorioso y Resucitado.
Los discípulos no son los mismos. Pasan de estar encerrados y con miedo, a experimentar una alegría tan grande que viene la consecuencia lógica de tan grande experiencia: ser enviados para perdonar y para reconciliar con el Espíritu Santo recibido.
En Pentecostés todas las promesas se cumplen de un modo distinto. Si los discípulos pensaron en quedarse encerrados por miedo, de ahora en adelante irán a todo el mundo. Lejos quedaron los deseos de venganza hacia quienes los calumniaron y persiguieron, porque Jesucristo les pide que sean instrumentos de Paz.
Que Pentecostés sea el momento oportuno para confirmar que la misión de los creyentes, es la de hacer realidad las Palabras del Reino de Dios, en el cual la Iglesia entera se pone en camino para dejar el miedo y los sentimientos egoístas. Nuestra misión es ser mensajeros y vivir acorde a los deseos de Paz que ya están impresos en nuestros corazones.
Por P. Francisco Díaz, S.J.