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  • Domingo XXV del Tiempo Ordinario – Ciclo B. Domingo 22/septiembre/2024
  • Marcos (9,30-37). Jesús anuncia su Pasión y Resurrección
«El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».

El texto de San Marcos no guarda ni esconde el final. Anuncia en varias ocasiones los momentos difíciles, pero presenta como punto y final la victoria de la vida sobre la muerte. Esto nos obliga a ver todos los pasos como secuencia, como partes o episodios que van sucediendo para llegar a un fin. Así, la tristeza, soledad y traición no son el momento culmen de la historia de Jesús. Son los deseos de paz, de perdón y de impulso misionero, los que coronan esta historia maravillosa del Evangelio.

El texto del Evangelio anuncia con claridad todo lo que sucederá con Jesús. A la traición y entrega, le sigue la crucifixión y muerte en cruz. Pero, el programa salvífico, no termina con la tristeza y muerte porque, después, a los tres días, ¡resucitará!

Para todos los que están viviendo momentos de agonía y de dificultad, el Evangelio los invita a ver estos episodios como partes de algo más. Los creyentes necesitamos confiar y creer con fuerza y convicción, que nuestro paso por esta tierra no termina de mala manera, sino que caminamos con la vista en alto hacia nuestro fin verdadero, un fin de bondad original. Por más difícil que sea el trayecto, sabemos que falta sendero por recorrer. Los discípulos no comprenden este anuncio programático de Jesús, porque están tan ocupados en las discusiones egoístas que nublan la Buena Noticia. Ya sabemos que Jesús, al final de todo sufrimiento, resucita. Pero no queremos alegrarnos por este fin porque, en ocasiones, preferimos que la tristeza habite en nuestro corazón.

Sabemos que Dios es un Padre bueno, que nos anima a caminar hacia lo verdadero y justo, hacia toda bondad. Pero la desesperanza nos agota tanto, que nos impide ver que estamos rodeados de luz y de caridad. Debemos salir de nuestros egoísmos y deseos malsanos para dar paso a la fuerza del Evangelio, la cual es luz que desplaza la oscuridad.

Al final de este Evangelio, Jesús exhorta a sus discípulos a ser los últimos, es decir, los servidores de todos. Esto se los enseña Jesús con palabras, pero son sus obras y su vida misma la que sirve de conclusión extraordinaria para despejar cualquier duda. Si los discípulos no comprendían los discursos, entonces deben ver la entrega generosa en la cruz y la potencia de la Resurrección.

Si nosotros, creyentes, dudamos del final de una vida dedicada al servicio y entrega a los demás, entonces debemos recurrir a la vida de Jesús que nos dice que nuestra misión es pasar haciendo el bien. No podemos dejar este mundo con la sensación de que el mal es mayoría. Por más difícil que sea la cotidianidad, debemos dirigir nuestros pasos y deseos hacia el camino que conduce a la vida, la verdad y la justicia.

Por P. Francisco Díaz, S.J.

Francisco Díaz, SJ

Sacerdote Jesuita, guatemalteco, con estudios en Comunicación Social, Filosofía y Teología Bíblica. Estoy convencido de la urgente necesidad de promover espacios de encuentro entre el Creador y sus creaturas, entre el Maestro y los discípulos. Para lograrlo, leer y reflexionar el Evangelio es un primer paso fundamental para conocer a nuestro Señor; Camino, Verdad y Vida.