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  • Domingo de Pentecostés – Ciclo C. Domingo 8 de junio de 2025
  • Juan 20,19-23

En el Evangelio leemos el saludo del Resucitado: “La paz esté con ustedes”. Esta exhortación a vivir en paz es necesaria, porque el Señor, el Maestro, ya padeció la persecución y muerte. Por ello los discípulos están encerrados, temerosos de lo que pueda pasarles. Si crucificaron a su Maestro, ¿qué no harán con ellos?

En medio de la persecución, los discípulos saben que llevan las de perder. Las autoridades del momento han considerado que son un estorbo para el poder establecido. La maquinaria imperial está con ellos. ¿Qué pueden hacer? ¿Cómo reaccionar?

En las situaciones difíciles de nuestra vida, siempre tenemos dos opciones. La primera es  vivir con temor, encerrados en nosotros mismos. Elegir esta opción nos sumerge en nuestros propios pensamientos, decidiendo salvar su propia vida, evitar el dolor, la decepción y calumnias. Es probable que salvemos la vida pagando un gran precio: andar como muertos en vida.

La segunda, es pasar la prueba con dignidad y valentía. Entonces atravesaremos la persecución y sufrimiento de frente, sin bajar la mirada. Esta actitud, sin dudar, traerá consecuencias. Es probable que se multipliquen los enemigos y los traidores. Que en el afán de vivir la vida con valentía y fortaleza, se sumen cicatrices y heridas de cada batalla. Es cierto. También se paga un precio. Pero todos reconocerán que nos atrevimos a hablar cuando todos callaron, que nos arriestamos a salir por las periferias cuando todos se encerraron, que decidimos poner nuestra vida al servicio de una causa mayor cuando todos actuaron desde el egoísmo y la vanidad.

El saludo del Resucitado a los discípulos temerosos y encerrados es: La Paz esté con ustedes. Más que una invitación, es una orden. Deben vivir con Paz en medio de la persecución. Que aunque los calumnien y traicionen, nunca deben elevar un grito de guerra. Y si llegaran a padecer lo mismo que su Maestro, deben perdonar desde la Cruz, tal y como Él lo hizo.

Alegrémonos de que la luz ha vencido a las tinieblas. Que la vida triunfó sobre la muerte. Hagamos realidad la Paz en medio de nuestra cotidianidad. Creer en el Reino de Dios implica apostar una y otra vez por acciones que construye solidaridad, fraternidad y justicia.

El Papa León XIV, en su primer saludo en la Plaza de San Pedro, gritó con emoción: La pace sia con tutti voi! ¡Que la paz esté con todos ustedes! Paz en el mundo. Paz en los países. Paz  en cada ciudad. Paz con tus amigos y con tu familia. En definitiva, Paz en tu corazón, para que seas libre de amar y de reconciliar, de perdonar y de abrazar la misión recibida de anunciar el Reino de Dios.

P. Francisco Díaz, S.J.

Francisco Díaz, SJ

Sacerdote Jesuita, guatemalteco, con estudios en Comunicación Social, Filosofía y Teología Bíblica. Estoy convencido de la urgente necesidad de promover espacios de encuentro entre el Creador y sus creaturas, entre el Maestro y los discípulos. Para lograrlo, leer y reflexionar el Evangelio es un primer paso fundamental para conocer a nuestro Señor; Camino, Verdad y Vida.