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  • Quinto domingo de tiempo ordinario – Ciclo C. Domingo 9/febrero/2025
  • Lucas 5, 1-11

«No temas; desde ahora serás pescador de hombres»

El evangelio de este domingo siempre ha despertado una especie de asombro en mí. Porque no deja de parecerme desubicada la reacción de Pedro. Ante la pesca de su vida, a Pedro lo invade el miedo. Y reconoce ser «pecador» a pesar de que según el relato en ningún momento se ha negado a obedecer a Jesús. Únicamente le ha hecho notar que ya ha pasado el momento justo para la pesca, pero confiado en su palabra, volverá a echar las redes.

Pedro entiende rápidamente que quien ha subido a su barca no es una figura pasajera en su vida, y que se le presenta un «momento fundante» ante el cual deberá tomar una opción fundamental. Desmontado cualquier discurso sobre la posibilidad de confiar en Jesús –porque él ha sobrellenado las redes de su pesca–, a Pedro no le queda otro recurso que el del recurrir a alejar a Jesús con la excusa de que éste no sabe a ciencia cierta frente a quién se encuentra, y para que no quede duda, lo intenta apartar haciéndole ver que él es un pecador.

La experiencia de Pedro, y de los primeros discípulos, es una experiencia modelo, donde más de uno de nosotros podemos encontrarnos retratados. Habituados a maltratarnos a nosotros mismos, o muchas veces a creer el maltrato que hemos recibido, somos poco generosos a reconocer que también hemos tenido experiencias de confianza; que hemos sido y somos queridos y amados por otros; y que para más de uno somos motivo de agradecimiento. Nuestra barca ha estado disponible para acoger y hemos mostrado confianza; pero un mal espíritu parece decirnos que no somos dignos de la experiencia del amor que llama a seguirlo.

Por eso, la respuesta de Pedro puede ser también la nuestra: apártate de mí, que soy un pecador. Sentenciar nuestras vidas en una sola frase. Y creer que, por ello, el Señor dará la vuelta y se irá, confirmando nuestro juicio. Pero aquí reside la buena noticia del Evangelio, ante la inesperada confesión de pecado de Pedro, Jesús lo llama al amor: «No tengas miedo, Pedro, así te quiero y así confío en ti. Serás pescador de vidas… Pedro, no me aparto, porque te amo».

En esto reside la fuerza auténtica del amor. En que no solo no rechaza, sino excesivamente acepta y llama a estar a su lado. El miedo nos puede poner la treta de identificarnos únicamente con nuestro pecado o nuestras incoherencias, pero Jesús llama a no dejar que el miedo sea nuestra identidad: «Sí, Pedro, eres pecador, pero no temas yo te llamo a ser pescador. Seguirme no es tener un perfil intachable ni un futuro certificado. Pero confía en mi palabra, porque será la pesca de tu vida».

P. José Javier Ramos Ordóñez, S.J.

José Javier Ramos Ordoñez, SJ

Sacerdote jesuita, guatemalteco, de la Provincia de Centroamérica. Maestro en filosofía y ciencias sociales, ITESO. Doctorando en Teología Fundamental, Universidad Gregoriana. Resisto en el deseo de vivir al servicio del Evangelio, sueño con una comunidad cristiana de gestos y palabras consoladoras, tan misericordiosa como su Señor.