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  • Segundo Domingo de Adviento – Ciclo C. Domingo 08/ diciembre/ 2024
  • Lucas (3, 1-6). Predicación de Juan el Bautista
«Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos.
Todo valle será rellenado, toda montaña y colina, rebajada».

El relato evangélico de este segundo domingo de Adviento, nos recuerda que somos misioneros y misioneras permanentes, así como Juan Bautista, quien recorría la región del Jordán para llamar a un bautismo de arrepentimiento. Este tiempo litúrgio está marcado positivamente por la espera gozosa y vigilante, el arrepentimiento y conversión.

Desde un acercamiento comunitario, el reciente clausurado Sínodo de la sinodalidad —26 de octubre de 2024— no llama también a la conversión de las relaciones, de los procesos y de los vínculos. Se nos invita a escuchar la llamada a una iglesia más capaz de alimentar las relaciones: con el Señor, entre hombres y mujeres, en las familias, en las comunidades, entre todos los cristianos, entre los grupos sociales, entre las religiones, con la Creación.

En torno a los procesos, el Sínodo nos recuerda que es importante el discernimiento para la toma de decisiones. En efecto, en la oración y el dialogo fraterno, reconocemos que el discernimiento eclesial, el cuidado de los procesos de toma de decisiones y el compromiso de rendir cuentas y evaluar el resultado de las decisiones tomadas son prácticas con las que respondemos a la palabra que nos muestra los caminos de la misión.

Trabajamos en vínculos y colaboración unos con otros, en red. Es por ello, que necesitamos también trabajar profundamente en esta conversión. Así es la Iglesia sinodal, hecha de vínculos que unen en comunión y espacios para la variedad de cada pueblo y de cada cultura. En un momento en que cambia la experiencia de los lugares en los que la iglesia esta arraigada y peregrina, es necesario cultivar en formas nuevas el intercambio de dones y el entrelazamiento de los vínculos que nos unen.

También en el Evangelio de este domingo se realiza una llamada personal a la conversión. Así lo podemos reconocer en las preciosas imágenes de la profecía de Isaías, que Lucas ponen en boca de Juan: voz que clama en el desierto; ese lugar de encuentro con Dios y con uno mismo. Preparen el camino del Señor: como hacían en el aquel tiempo los ciudadanos con su rey que regresaba triunfante de la batalla, nosotros debemos preparar nuestras vidas al rey del Universo, cuyo reinado ejerce sirviendo a los más necesitados. Hagan rectos sus senderos, es decir, caminar siempre por Aquel que es el camino hacia la verdad y la vida.

Siguen las imágenes de falta o de sobre de algo, “todo valle será rellenado, toda montaña y colina rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados”. Podemos preguntarnos ¿Cuáles son mis valles (debilidades, fragilidades, incoherencias, etc.) ?, ¿cuáles son mis montañas (vanidad, orgullo, soberbia) ?, ¿cuáles son mis asperezas? Somos invitados a iniciar el proceso de llenado de los valles, demolición de las montañas, y así ser caminos de paz.

El tiempo de Adviento nos recuerda que Jesús ya vino una vez en su Encarnación, pero él mismo sigue viniendo todos los días en los más necesitados. Sin embargo, todavía nos cuesta descubrir esa presencia perenne.

Por P. Carlos Herrera Cano, S.J.

Carlos Herrera Cano, SJ

Sacerdote jesuita, guatemalteco, de la provincia de Centroamérica. Maestría en teología latinoamericana, UCA, El Salvador. Comparto con Jon Sobrino, S.J., que "fuera de los pobres no hay salvación", las masas empobrecidas son un lugar de encuentro con el Señor.