- Domingo 2º de Adviento – Ciclo B. Domingo 10/diciembre/23
- Juan (1,6-8;19-28), Testimonio de Juan el Bautista
«Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos».
La vida actual no sitúa ante un panorama informativo amplio: noticias, redes sociales, diarios electrónicos, mensajería instantánea y un largo etcétera. Aun más, en ocasiones se tiene la impresión de que tanta información abruma y se acentúa al mostrar la realidad del mal espíritu tan propia de tantos espacios alrededor del mundo. Pero ¿hemos visto la otra cara de la moneda?
San Ignacio de Loyola invita a situarse según tiempo, personas y lugares; es decir, estar muy atentos a lo que pasa a nuestro alrededor, para así situar el corazón según lo que se vive. Las buenas noticias no hacen tanto ruido, pero están. Y ya desde hace más de dos mil años hemos recibido la buena noticia por excelencia: el Hijo de Dios se ha hecho carne y ha habitado entre nosotros. ¡Y qué buena noticia, tan actual que nunca pasará de moda!
Mensajeros nos han transmitido esta buena nueva a lo largo de los milenios. Juan, el bautista, fue uno de ellos, ¡el primero de ellos! Este, acogió la misión de proclamar con viva voz el mensaje de la llegada de Jesucristo, el Mesías y salvador de la humanidad. En el desierto infecundo, supo transmitir un mensaje que inspiró modos de actuar más en plenitud. Aunque le llamaron incluso loco, pudo notar que el Señor le invitaba a vivir de un modo más auténtico, siendo un instrumento por medio del que Dios actuara.
Es así, que una figura tan importante como Juan el Bautista anunció buenas nuevas en medio de la realidad oscura que vivía. Supo estar disponible para tantos que deseaban escucharle, se convirtió en hermano de quien le buscaba. “Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él” (Mc 1, 5a).
Al igual que San Juan Bautista, nosotros estamos llamados a no dejarnos atrapar por la oscuridad asfixiante de tantas malas noticias. Con nuestra vida podemos anunciar que la Buena Nueva, Cristo, habita en medio de los desiertos de nuestras sociedades. Podemos convertirnos en brazos abiertos que acogen a quienes deseen sumarse a este modo de proceder tan particular; ¿te animas a ser buena noticia cada día al modo de Cristo? ¿estás consciente de que no estamos solos, vamos con Jesús por la vida? ¿acoges el llamado de amar y servir en medio de los desiertos actuales?
Por P. Juan Gaitán, SJ