- Domingo XIII del Tiempo Ordinario – Ciclo B. Domingo, 30/junio/2024
- Marcos (5,21-43). Jesús sana a una mujer y resucita a la hija de Jairo
«Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de Él y le dijo toda la verdad. «Hija, tu fe te ha sanado», le dijo Jesús; «vete en paz y queda sana de tu aflicción».
El Evangelio que la liturgia nos regala para este domingo (San Marcos 5,21-43) es uno de los más emblemáticos porque muestra una de las estructuras típicas de San Marcos, y porque se explicita el modo de proceder de Jesús ante el dolor, la enfermedad y la muerte.
Respecto al primer elemento, la estructura del texto, los especialistas piden que fijemos nuestra atención en la escena dentro de otra, es decir, dos curaciones entrelazadas. Notemos que la narración inicia con la curación de la hija de Jairo (vv. 21-24), intercalando la curación de la mujer con flujo de sangre (vv. 25-34), para luego retomar y presentar el desenlace de la curación de la hija de Jairo (vv. 35-43). Esta «interrupción» de la escena de la curación de la hija de Jairo, no es descuido ni mucho menos una mala organización de las escenas. Estamos frente a una técnica usual de San Marcos llamada «emparedado marcano», la cual reclama la imagen de un «sándwich», entendiéndolo como una acción iniciada que toma tiempo para completarse, presentado en medio otra escena para luego retomar la acción inicial y dar lugar al final.
Esta técnica de San Marcos, permite leer con cercanía ambas historias, destacando los siguientes elementos:
- Jairo, a pesar de ser jefe de la sinagoga, acude a Jesús para que salve a su hija de doce años. Se presenta ante una gran muchedumbre, cae a los pies de Jesús y le suplica con insistencia.
- La mujer con flujo de sangre, llevaba doce años con su enfermedad sin que ningún médico o inversión económica aliviara su sufrimiento. La mujer, posterior a tocar el manto de Jesús frente a una gran muchedumbre, se postró ante Él.
- En la historia de Jairo y en el relato de la mujer enferma, la burla y el sarcasmo son comunes. Se burlan los que no tienen fe o, simplemente, los que ya no esperan ningún acto poderoso de parte de Dios. Jairo y la mujer enferma, a pesar del cansancio y el desasosiego, no han perdido la esperanza.
A Jesús le importa la fe de quienes se acercan, alabando estas actitudes. Por ello le dice a la mujer, «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad» (v. 34); y a Jairo «No temas; basta con que tengas fe» (v. 36).
No permitamos que la desesperanza y el desasosiego encarnado nuble nuestra cotidianidad. Atrevámonos a levantar la mirada una vez más esperando esos actos poderosos de parte de Dios, que llegan para quienes aún esperan, que brillan para quienes quieren salir de las tinieblas. Pidamos con fe que nuestro día a día transcurra con el entusiasmo de quien sabe confiar y esperar el cumplimiento de las promesas de nuestro buen Padre Dios.
Por P. Francisco Díaz, S.J.