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Con la curiosidad de adentrarme en el misterio del nacimiento de Jesús, me preguntaba acerca de ese pequeño pueblo en el que una vez se vio una estrella que iluminaba el cielo, el mismo día que tres reyes magos fueron en busca de un rey que luego se convertiría en el Salvador del mundo entero.

Fue así que me puse a buscar imágenes del pequeño pueblo de Belén y no tardé en encontrar imágenes del pueblo en la actualidad. Me doy cuenta de que este año no tendrá ninguna celebración. Sus habitantes han decidido apagar las luces navideñas y dejar el árbol de navidad a un lado, ya que actualmente en la franja de Gaza, no muy lejos del pueblo, una cruel guerra ha dejado miles de pérdidas humanas y materiales.

Me pregunto como vivirán esta Navidad en Palestina. ¿Deberán huir? ¿Sin un hogar? ¿Algunos sin una familia? ¿Habrá que buscar un albergue en el que refugiarse? ¿No podrán vivir en libertad? ¿Qué hemos hecho actualmente para que miles de niños deban vivir con miedo y sin un lugar en el que nacer?

Hace un año, el Papa Francisco nos decía en una reflexión navideña: “El Adviento es un tiempo de gracia para quitarnos las máscaras —que cada uno tiene— y ponernos en fila con los humildes”. En el Nacimiento de Jesús, ni él ni sus padres tuvieron un hogar en el que vivir. Nadie los recibió con una gran fiesta ni tenían regalos esperando abrirse debajo de un árbol o un gran banquete al que asistir. Ahora, después de miles de años, el pueblo que le vio nacer se torna gris y tampoco será recibido con fiestas y banquetes.

Por esta razón, esta Navidad tendrá un propósito muy especial. Ahora más que nunca, Jesús deberá nacer en nuestros corazones, en nuestras oraciones y en los actos de servicio hacia los demás. Si es cierto que Jesús nació en Belén, pero también ha de nacer en la esperanza por ver un mundo nuevo donde todos nos amemos como hermanos. Celebraremos llenos de fe que el Salvador está por nacer, ya no en un pequeño pesebre o en una festividad, sino en cada uno de nuestros hogares.

Aunque en esta navidad Jesús no podrá nacer en Belén por la maldad e injusticia de la gente, tendremos que abrir cada uno de nosotros las puertas de nuestros hogares y recibirle para que él tenga una posada donde nacer. Ofrezcamos nuestro tiempo a alguien necesitado, compartamos en familia, festejemos con los que no tienen con quien celebrar y esperemos anhelantes a Jesús, nuestro Salvador. Tengamos un corazón agradecido por todo lo que nos ha permitido vivir durante el año.

Por Nicole Rivera, de Magis Nicaragua

Nicole Rivera

Miembro de la comunidad MAGIS Nicaragua. Conocí la espiritualidad ignaciana gracias la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Panamá, 2019. Gracias los valores que me inculcaron en mi familia y en los centros educativos donde he estudiado, y gracias a mi comunidad MAGIS, he aprendido a reconocer a Dios en las pequeñas cosas de mi día a día. Por ello, intento vivir a servicio de él y los demás en todos los entornos. «No tengo más oficio que remendar corazones» (P. Antonio Calle, S.J.)