Es probable que alguna vez en nuestras parroquias o comunidades religiosas hayamos escuchado o conocido a personas misioneras, quienes se han propuesto llevar el Evangelio a las demás personas, cultivar una vida de oración y ayudar a los otros a que también encuentren su propia misión.
Asimismo, cuando Dios les habla a los profetas y al propio Jesús de las misiones a las que son llamados, los invita a que también ayuden a que otros a otros a descubrirla también. En nuestro día a día, Dios también nos habla por medio de la oración y el Evangelio, lo que nos permite ir poco a poco entendiendo la misión que quiere para nosotros.
En el evangelio según san Juan 13,34-35, Jesús nos habla de la gran misión que Dios tiene para nosotros: “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”.
Este encargo ha sido una de las primeras misiones que Dios nos encomienda a todos sus fieles, se nos hace la invitación de ayudarnos y amarnos unos a otros, y como también menciona san Ignacio de Loyola, servirnos unos a otros. De esta manera, se nos pide propagar el amor que Dios tiene especialmente a aquellos que necesiten de estas palabras de esperanza y fe.
Orando en comunidad por las misiones
Este próximo 20 de octubre, celebramos la Jornada Mundial de las Misiones o Domund, el cual es el día en que oramos por todas las misiones alrededor del mundo y por los misioneros. Además, encomendamos al Señor todas aquellas misiones que cada uno tenemos en nuestras familias, con nuestros amigos, en el trabajo y etc., pues todos debemos ser testigos y promotores de las maravillas que Dios hace en nosotros.
Las personas misioneras deben incrementar su fe y la de aquellos que les rodean, retribuir lo que han recibido en el momento de su vida en que fueron guiados por otro misionero que les ayudó a encontrar a Dios y, en especial, en los momentos donde no tenían a nadie o pasaban algún momento de dificultad.
Dios quiere que nos amemos entre nosotros y promulguemos este amor por medio de nuestras acciones y palabras, sin importar nuestras diferencias de nacionalidad, raza o demás. Cada uno fue creado bajo un propósito muy importante, el cual es conocer el amor que Dios tiene para nosotros y ayudar a que este amor se extienda por toda la tierra.
Como se nos recuerda en el libro del profeta Jeremías (1, 5), Dios cuenta con nosotros desde antes de que naciéramos: “Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones”. Dios nos conoce a cada uno y sabe las grandezas a las que estamos llamados a cumplir, nos envía como misioneros por el mundo.
En nuestro camino, Dios nos pone a personas que nos ayuden a ser testigos de los milagros que hace en nuestros hermanos, de manera que aumentemos nuestra fe, acompañemos a quienes aún no conocen al Señor y reconozcamos la invitación a ser partícipes de la gracia de Vida eterna que nos ofrece.
Invitados al banquete del Señor
Con fe inquebrantable y valentía, debemos invitar a todos a participar en el Banquete del Señor, así como el Papa Francisco nos lo recuerda en el lema de esta Jornada por las misiones: “Id e invitad a todos al banquete”. Al igual que cuando invitamos a nuestros amigos a celebrar un cumpleaños o alguna ocasión especial, debemos animarlos a que conozcan la labor misionera de nuestra Iglesia y a que sean parte de la gran fiesta del amor de Dios.
Por Nicole Rivera I Magis Nicaragua
Fotografía de portada: Jesus Went With Them, by Justin & Anna Culebro