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Recordamos a nuestros Mártires de la UCA Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno, Amando López, Joaquín López y López, Elba y Celina Ramos. Los nombramos y gritamos ¡Presentes! porque cada uno de ellos es importante en su individualidad y en su historia particular. 

Sin dudar, cada año sus familiares y amigos de la infancia reviven esos episodios hogareños llenos de anécdotas; sus primeros pasos, los partidos de fútbol, la graduación, la decisión de hacerse Jesuita, en fin, memorias que producen una que otra risa, sin que esto evite que extrañen su presencia. Las lágrimas derramadas por las ausencias en los cumpleaños y en las fiestas importantes son una herida abierta que por más reconocimientos que se otorguen, sigue faltando el hijo, el hermano, el tío, la madre, la hija.

Lo que no debemos olvidar es hacer el paso obligado de la particularidad a la universalidad. Cada familia nos regaló a su hijo e hija para que dejaran de pertenecerle exclusivamente a ellos. Ahora los comparten con nosotros, los que reconocemos que la vida de cada uno de ellos forma parte de ese grupo valioso de testigos que iluminan el camino hacia la justicia y la reconciliación.

Los testigos de la fe y de la justicia siguen mostrando la causa por la cual vale la pena entregar la vida. Esa causa, la del Evangelio, expresa la grandeza del actuar divino en los que han dado testimonio y en los que siguen transitando el camino de fe a pesar de la desesperanza, en los que son capaces de señalar lo que a los ojos de Dios es injusto para dar paso a la justicia. 

Los recordamos, no para exaltarlos a ellos, sino para confirmar que un pueblo ve, conoce y verifica una verdad que se mantiene en el tiempo. No es una moda ni un proyecto personal lo que se magnifica. Mucho menos es la dignificación obligada de una causa. Es el clamor de generaciones que sin dudar certifican que su martirio evoca y provoca. El martirio, lejos de congelar consignas en el tiempo, invita a cargar con su testimonio en nuestro tiempo. En definitiva, el martirio es un mensaje para las nuevas generaciones. Nos pone en búsqueda de la única verdad, esa que permanece en el tiempo, que se revela y que se hace historia

El 16 de noviembre de 1989 no es una fecha del pasado. Es un evento que recuerda el odio que cegó sus vidas. Pero con mucha más fuerza y entusiasmo, recordamos esa fecha para exaltar lo que representan y lo que muestran de la gloria de Dios. 

Los Mártires de la UCA, hijos e hijas, hombres y mujeres de fe, son extrañados por familiares y amigos. Pero la tristeza se convierte en esperanza porque son testigos de la potencia del Evangelio, la que transforma la violencia en reconciliación, la sed de venganza en perdón, la muerte en constante resurrección.

Por P. Francisco Díaz, SJ

Francisco Díaz, SJ

Sacerdote Jesuita, guatemalteco, con estudios en Comunicación Social, Filosofía y Teología Bíblica. Estoy convencido de la urgente necesidad de promover espacios de encuentro entre el Creador y sus creaturas, entre el Maestro y los discípulos. Para lograrlo, leer y reflexionar el Evangelio es un primer paso fundamental para conocer a nuestro Señor; Camino, Verdad y Vida.