En el silencio en esta carta,
hoy mis palabras se alzan.
La injusticia y el desamor no descansan,
por eso estas palabras dejáme que comparta.
Testimonio que hoy no se descarta,
su sacrificio en la noche como faro resplandece
de lucha y compromiso que nuestro pueblo también padece.
¡Qué ejemplo de entregar la vida!
Es una memoria que no se olvida;
para la Iglesia: un fermento que crece.
Mártires por la paz,
de justicia promotores,
nos mostraron los valores
de una Centroamérica tenaz.
Y este canto se alza vivaz
de la mano del Nazareno,
que fue quien nos amó primero.
Compañeros hoy les digo
que siguen siendo vivo testigo
de Cristo verdadero.
Por Manuel González Asturias, SJ