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Mientras pensaba en una recomendación musical, se me ocurrió escribir estas líneas. Generalmente, puede llegar a ser complejo hablar sobre la mujer, el rol que tienen en la sociedad y la importancia de su participación en distintos espacios. Puede ser una plática que nunca llegue a terminar. Por eso, démosle play a nuestro repertorio musical -—sea cual sea— y dialoguemos al respecto.

¿Qué significa ser mujer? ¿Cómo la mujer se ha “desarrollado” en espacios liderados por hombres? Y bien podemos agregar algo más complejo, ¿por qué debemos hablar sobre la importancia de conmemorar el Día Internacional de la Mujer? Estas son algunas preguntas que rondan o hacen “ruido” en fechas como estas, pero por ahora, hagamos pausa a la música y los pensamientos.   

Regresemos algunos años atrás. No precisamente hasta 1948, cuando un grupo de mujeres estadounidense lucharon por sus derechos y por mejorar las condiciones de ellas, de quienes las acompañaban y de quienes iban a sucederlas. Más bien, regresemos mucho más tiempo atrás, a 1845. En esta época, una mujer sencilla, y con una calidad humana enorme, luchó por llevar oportunidades a lugares donde no existían. Ella es santa Cándida María de Jesús.

Un testimonio de entrega y solidaridad

¿De quién estamos hablando? Juana Josefina Cipitria y Barriola, mejor conocida como Madre Cándida, fue una mujer española, nacida el 31 de mayo de 1845 en la ciudad de Andoain, España. Fue una mujer entregada a Dios. Desde pequeña soñaba con hacer grandes cosas.

Gracias a su corazón sencillo, y con tan solo 24 años, llegó a cumplir su sueño más grande: fundar la Congregación de las Hijas de Jesús. Así pudo llevar adelante el propósito de ayudar a los niños y niñas que, así como había pasado con ella, no tenían la oportunidad de estudiar. Hablar de la Madre Cándida es traer a la mente y al corazón un ejemplo de vida entregada a la lucha por la justicia.

Es de esta manera que el legado de la Madre Cándida resuena en mí: su forma en como ayudaba a los demás a través del servicio y la educación. Su ejemplo nos invita a preocuparnos por quienes han tenido que dejar sus hogares para buscar un futuro mejor, por quienes no tienen acceso a la educación y por quienes en su día a día viven en desventaja.

Las mujeres en las aldeas de Guatemala

Mientras leía la historia de la Madre Cándida para escribir estas líneas, recordé aquellos momentos de misión que yo realicé en mis tiempos del colegio. Tuve presente el encuentro agradecido que teníamos con todos los misioneros y con las comunidades a las que éramos enviados a servir en Guatemala. Tuve la oportunidad de vivir el día a día con las comunidades, de ser lo mejor para los que nos necesitan y de buscar lo mejor de ellos.

También recuerdo a las mujeres de las aldeas que visitábamos, la alegría e ilusión con la que recibían a cada grupo de misioneros y la forma en como nos trataban durante el tiempo que compartíamos. A pesar de que la vida no siempre era favorable con las comunidades, las mujeres siempre sacaban esta fuerza extraordinaria” para sustentar a su familia. Ellas eran esa chispa que hacía que todos sacaran lo mejor de ellos.

Estos recuerdos hacen vida el legado de la Madre Cándida, quien le da verdadera importancia al cariño y cuidado de la persona, así como lo hace Jesús. Y es que, para mí, conmemorar el Día de Internacional de la Mujer es tener en mente la lucha que todas vivimos, desde nuestras distintas realidades.

¿Qué significa ser mujer?

Ser mujer es seguir pasos como los que recorrió la Madre Cándida. Es soñar con hacer grandes cosas, desde nuestros distintos espacios personales, laborales, recreativos y en todo aquello que nos rodea. Pero, sobre todo, ser mujer es recordar que solas no podemos, que llegamos más lejos cuando nos unimos y nos aceptamos como somos.

En el Día de Internacional de la Mujer conmemoramos a las que han luchado, las que están luchando y quienes lucharán por nosotras. Conmemoramos a las que buscan espacios para que nuestra voz se haga escuchar.

Quiero terminar este escrito con la recomendación de una canción de Natalia Lafourcade. Así como ella dice, “el lugar correcto es el ahora para caminar, el lugar correcto es el ahora, no hace falta más”. Para que podamos sanar, crecer y florecer a nuestro tiempo y en el lugar que nos corresponde, es necesario ser pacientes con nosotras mismas y aceptar nuestros propios procesos, así como la Madre Cándida también nos invita también a aceptar a los otros desde la plenitud del amor.

Por Carmen Méndez

Carmen Méndez

Guatemalteca, antigüeña (1995). Comunicadora y amante de las buenas platicas y de las risas sinceras. Buscando la creatividad en los espacios más recónditos.