Cuenta la hermana Vanesa Guerreo que, mientras escribía su libro Soy tu Pilar: Memorias de mi abuelita (2022), tenía presente a los estudiantes que ha acompañado como religiosa de la Pureza de María. Pues bien, su obra no solamente retrata las virtudes de Madre Alberta Giménez, fundadora de la Congregación hace 150 años, sino que también encarna el sentir de miles de estudiantes que han formado parte de la familia de la Pureza.
Yo también me incluyo en este enorme listado de nombres que han pasado por los colegios de la congregación en Europa y América. Mis anécdotas como niño y adolescente encuentran eco en el testimonio de Pilar Civera, nieta de nuestra venerable Madre Alberta. Ella es la protagonista que narra en primera persona cómo transcurren los días junto a sus amigas y maestras en el Real Colegio de la Pureza, en Mallorca, España.
A pesar de que varias décadas separan mis días de estudio con los de la pequeña Pilar, he identificado muchos puntos en común. Estudiar en Managua a inicios este puede asemejarse a un colegio de señoritas de arranque de siglo XX. “Adoro mi colegio. Me encanta deambular por sus pasillos y acariciar sus tapices, investigar sus recovecos, respirar su característico aroma amaderado, imaginar su pasado”, señala la pequeña Pilar (p. 104).
Las aventuras de Pilar y sus amigas parecieran una réplica de mis vivencias de la niñez: el enorme afecto por las amistades; la novedad entre clase y clase; el entusiasmo por una excursión de campo; el ingenio para darle forma a las leyendas del colegio; la alegre solemnidad en nuestras celebraciones; y la presencia de Jesús y la Virgen María en cada rincón de nuestra infancia.
La hermana Vanesa no solamente debe darse por satisfecha de honrar la memoria de su Madre Fundadora. Su obra también es punto de unión y encuentro para la comunidad estudiantil y de graduados de la Pureza de María. Y dicha unión es posible porque Dios transformó a Madre Alberta en un pilar maternal que, durante décadas, ha sostenido diversidad de rostros, vocaciones, memorias y alabanzas.
¿De qué va esta obra?
La pequeña Pilar, segunda de tres hermanos, llega a su nuevo colegio internado de la mano de su abuelita, Madre Alberta Giménez. A sus seis años, se muestra dispuesta aprender día a día con alegría, disposición, templanza y fortaleza. Su narración en primera persona da cuenta de aventuras, sentimientos y hondas preguntas espirituales, así como del gran amor que siente por su solemne, alegre y humilde abuelita.
¿Por qué leer este libro?
- Incluso sin haber estudiado en colegios de la Pureza de María, el lector puede sentir empatía por el testimonio transparente de Pilar. Leer esta obra me recordó mucho a la jovialidad transparente de Mujercitas y Matar un ruiseñor, dos obras también protagonizadas por niñas entrañables.
- En una época donde las mujeres eran relegadas de las escuelas, Madre Alberta encarna una actitud vanguardista en la educación. Primero, demuestra ser una estudiante responsable, aplicada y elocuente. Luego, es reflejo de lo que significa ser una gran educadora.
- Leí este libro teniendo presente la persecución religiosa que impera en mi país. De confiscarse los colegios religiosos y expulsar a las congregaciones, se privaría a miles de jóvenes nicaragüenses de vivir esas alegrías, aprendizajes y encuentros que son narrados por la pequeña Pilar Civera.
Por Luis E. Palma, SJ