Skip to main content
  • Tercer domingo de tiempo ordinario – Ciclo C. Domingo 26/enero/2025
  • Lucas (1, 1-4. 4, 14-21)

«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».

Este pasaje evangélico subraya la importancia de los primeros destinatarios de la buena noticia. Además, nos recuerda que La opción preferencial por los pobres nunca debe relejarse a acciones secundarias. Todos los que apartamos la vista de las realidades de pobreza, injusticia, inseguridad, esclavitud, tomamos distancia del reino de Dios. En los necesitados y olvidados está pasando Dios constantemente.

La realidad de la inmensa mayoría de nuestros hermanos y hermanas en Centroamérica en su mayoría es pobre e incluso sobrevive en la miseria, precisamente aquí estamos invitados e invitadas a contemplar también a Jesús; no solamente en el templo, en la hora de la plegaria eucarística, en la hora santa o en la capilla del santísimo. Tener los ojos fijos en Jesús sacramentado es tan fácil que llegamos a olvidar que sufre, padece, llora, junto a tantos despreciados e ignorados.

Contemplar a un indigente con los ojos fijos puede resultarnos a la mayoría repulsivo, inclusive provocarnos nausea, apartar la mirada de golpe, pero, precisamente es ahí donde está pasando Jesús, donde pide que todos fijemos nuestros ojos en él, como aquel día en la sinagoga.

“Evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor”. Lo del año jubilar ya viene de lejos, parece. Nada nuevo bajo el sol. Justamente estamos iniciado un año de gracia, un año especial para acercarnos a la fuente de la gracia.

Jesús vino a traernos su Buena Nueva, a devolvernos la libertad, la vista, a posibilitarnos la reconciliación con Dios. La fe en Cristo nos permite ver la vida y los acontecimientos con distintos ojos; poder mirar de otra manera a las personas y los sucesos de la vida. Poder escuchar, ver, ser libre, sentirnos en paz con Dios y con los hermanos, dentro de la Iglesia, son elementos que deben estar siempre presentes en la vida de todo creyente en Jesús.

El Espíritu de Dios, que estaba sobre Jesús, desciende también sobre cada uno de nosotros y nosotras, cuando nos sintamos libres para abrimos a él. El mensaje es claro, hay que ponerse a vivirlo. Reavivemos el apetito para escuchar la Palabra de Dios, que nos posibilita sentir esa liberación. Que ella sea fuente de luz y de consuelo en nuestra vida.

Todo comenzó en Galilea. Jesús comienza su ministerio al margen de la sociedad desarrollada. Los cambios siempre vienen empujados por los de abajo, los que no cuentan para la sociedad, los don nadie. La fuerza de Dios, es una fuerza débil que inunda y transforma.

Por P. Carlos Herrera Cano, S.J.

Carlos Herrera Cano, SJ

Sacerdote jesuita, guatemalteco, de la provincia de Centroamérica. Maestría en teología latinoamericana, UCA, El Salvador. Comparto con Jon Sobrino, S.J., que "fuera de los pobres no hay salvación", las masas empobrecidas son un lugar de encuentro con el Señor.